La Vocación Sacerdotal es Paternidad

Para ser un buen Sacerdote hay que tener los valores y actitudes de un buen papá
 
En las Diócesis y Comunidades Religiosas, por estructura y normatividad canónica, debe haber una delegación episcopal para la Pastoral Vocacional, es decir, la instancia Diocesana que debe apoyar al Obispo en fomentar la oración, implementar acompañamiento familiar y velar para que las nuevas generaciones reciban los mejores ejemplos en el seguimiento de Jesucristo el Señor y su amor por la Vida Sacerdotal. El cariño por Cristo y el seguimiento de sus mandatos, comienza desde el afecto y el cariño del hogar en donde deben reinar los valores humanos y espirituales, así como una correcta y sincera vivencia de la afectividad apuntando hacia la castidad.

Los candidatos al Sacerdocio deben tener un aprecio sincero por la vida familiar construida desde el Matrimonio, unos valores que les capaciten inclusive como "buenos papás" y eso sí que sean realmente varones con todo el respeto y sensibilidad por la mujer como lo dice Pablo a Timoteo: "Mira a las mujeres como si fueran tu madre o tu hermana" 1 Tim 5,2. El Sacerdote debe experimentar esa bella Paternidad Espiritual dedicando tiempo a todos los miembros de su comunidad con madurez y naturalidad, viviendo su castidad y celibato conformándose con Cristo Buen Pastor y dedicándose con amor y prontitud al Altar y al servicio de sus hijos espirituales.

Ante tantas deformaciones de la visión y vivencia del Sacerdocio, muchos piensan que el problema es el Celibato y que debe ser abolido, argumentando que el no tener mujer es la causa de la pederastia; ante esta tesis, precisamente la respuesta es el mismo Celibato, parece extraño pero es así. Estamos habituados a sexualizar la sociedad y a calificar con la sola "epidermis" las relaciones humanas, miramos todo de forma horizontal y pocas veces miramos con óptica vertical, es decir, cómo quiere Dios que sean los Sacerdotes, no cómo quiere el mundo. 

Las cifras de abusos son extensas en cuanto a que los resultados evidencian que en la misma casa ocurren estos desórdenes sexuales, después en la calle y un mínimo número en otros ámbitos, entre ellos por clérigos. Todavía uno se interroga de dónde provendrá esa conducta sexual desordenada por parte de adultos que pretenden encontrar placer y deleite en los niños, unos dicen que por influjos y traumas desde casa, otros dicen que por infortunios amorosos y necesitan desahogarse demostrando autoridad y sometimiento a alguien pequeño e indefenso, otros culpan a la disciplina de la Iglesia argumentando que el no permitir tener mujer es la causa, otros a factores heredados, entre otros; lo cierto es que no hay excusa para el aprovecharse de los niños en ningún sentido.

Un Sacerdote debe ser ante todo un papá esmerado en velar por el bienestar integral de su rebaño y eso se puede vislumbrar desde la conducta generosa en la casa, pasando por la obediencia y disponibilidad en el seminario con su apertura sincera al Director Espiritual y cercanía al Obispo y al Presbiterio, el trato natural y respetuoso con las mujeres y posteriormente, la conjugación de todos esos aspectos con una vida de oración , respeto, prudencia y cuidado con los niños y las mujeres en la vida parroquial.   


 





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